Cyborg es un neologismo formado por la contracción organismo cibernético (en inglés: cybernetic organism). Fue propuesto por primera vez en 1960, por Manfred Clynes y Nathan Kline, para referirse al humano cuyas funciones fisiológicas son mejoradas por medios artificiales como modificaciones bioquímicas o electrónicas
En 1985, en su célebre “Manifiesto Cyborg”, Donna Haraway propone la noción de cyborg como figuración para narrar la relación entre cuerpos orgánicos y tecnologías, y la experiencia de las mujeres a finales del siglo XX. El cyborg es una metáfora que le permite mostrar un mundo híbrido, posbinario y posgenérico, en el cual las fronteras entre lo maquinal y lo orgánico, entre la naturaleza y la cultura, entre los hombres y las mujeres, se han vuelto difusas.
El cyborg reúne tres rupturas cruciales: 1) la frontera entre lo humano y lo animal: se enfrenta al determinismo biológico que atribuye a la especie humana rasgos superiores que la diferencian de otras especies. 2) La distinción entre organismos y máquinas: el cyborg es un acoplamiento entre naturaleza y máquina. 3) los límites entre lo físico y lo no físico. En síntesis, el cyborg representa transgresiones de fronteras, fusiones poderosas y posibilidades de resistencia.
Para Haraway, el cyborg es el nuevo monstruo contemporáneo que pone en cuestión las dicotomías que rigen el pensamiento falogocéntrico occidental y, al mismo tiempo, permite liberarnos de la vieja idea de Hombre, el cual es concebido como un ser idéntico a sí mismo, reproductor en su sexo y en su trabajo de una realidad social jerarquizada en términos de género, raza y clase.
Basado en la entrada “Cyborg” por Andrea Torrano del Glosario de Filosofía de la Técnica.
